La convivencia es sin duda una de las cosas más difíciles de manejar para todo ser humano. Caracteres, temperamentos, mañas, costumbres, actitudes y hasta los traumas del pasado confluyen en las relaciones interpersonales de cualquier individuo. Y además, por cuenta de las empresas constructoras, que cada vez piensan en lugares más minimalistas, el concepto de espacio personal se ve reducido año tras año. En esas cajas con huequitos que llaman edificios, la tolerancia del más paciente se pone a prueba, y es aquí donde aparecen los vecinos; esos personajes que viven cerca, al lado, encima, debajo o donde la geometría arquitectónica los ponga y que nos hacen partícipes, muchas veces sin querer, de sus vidas diarias. Pero no todos los vecinos son iguales. Ellos vienen en diversos empaques y para que usted sepa cómo manejarlos he aquí algunos conceptos básicos.
El vecino parrandero: Por lo general es Costeño (nótese que digo, por lo general antes de que empiecen a tildarme de racista y regionalista), su vida tiende a transcurrir, dependiendo de la edad, entre la universidad, el bar, la discoteca y el apartamento, o entre el trabajo, el bar, la discoteca y el apartamento. Sin importar las dimensiones del lugar en que viva, el 50% (a veces más) de la vivienda, está destinado a elementos imprescindibles de la farra: dícese de equipo de sonido con buenos parlantes, bar abierto (sí, es ese vecino al que en el mercado le falta todo menos el alcohol), una buena cava con hielo, toda una despensa de tragos nacionales e importados y una colección de música que amenaza con desplomarse si un solo cd o mp3 más se añade a la pila. Él tiene el buen tino de ser generoso, por lo cuál comparte su alegría con todo el vecindario, conjunto o cuadra; por lo tanto al momento de la farra (que ocurre todas las semanas entre jueves y sábado) su equipo de sonido tiende a hacer pompa de la potencia de sus bafles, los cuales tienen la capacidad de hacer vibrar los cristales de 1 km a la redonda; su música, la cuál el cree que es del gusto de todo el mundo, oscila entre vallenatos, corridos prohibidos, reggaetones y rancheras, las cuales además de sonar a desiveles mortales para cualquier tímpano, se cantan a voz en cuello por todos los asistentes a la fiesta. Porque no señores, el vecino parrandero NUNCA está solo; siempre cuenta con una docena de amigos, conocidos, amigos de los conocidos y conocidos de los amigos que festejan o se emborrachan ante cualquier excusa, (si ganaron o perdieron los parciales, si tienen nueva pareja o si terminaron con ella, si tienen nuevo empleo o los despidieron y un interminable número de etc.) El vecino parrandero, a pesar de ser odiado por el 90% del vecindario (el 10% que no lo odia es porque acude a su casa a las parrandas) tiende a estar de un buen humor eterno y saluda a sus compañeros de conjunto con frases del tipo "aja ombe, pero que "ojeraj" tan "tremendaj" "laj" "tuyaj"....mira que pa ese "trajnocho" no hay como un par de "buenoj" "whijkyj"
La vecina coqueta: Contrario a lo que puedan pensar, este especímen no necesariamente corresponde a una mujer soltera. La vecina coqueta es esa señorita o señora que tiende a tener unas curvas prominentes, un clóset atestado de ropa costosa, le gusta ir al gimnasio o en su defecto trotar por las inmediaciones de su vivienda (en ropa de lycra y de colores claros), generalmente cuenta con una mata de cabello bastante largo que agita sin parar ante la presencia de sus vecinos del sexo opuesto (con un disimulo mal medido en caso de ser casada y ante la presencia cercana de su cónyugue); sus niveles de confianza tienden a ser bastante excesivos: le dice "Juan Pis" al vecino del frente bien presentado al que todo el vecindario le dice "don Juan Pablo" y entra como perro por su casa a la vivienda de ese mismo vecino y pregunta cuando ya está 10 metros adentro y con fingida inocencia y voz de colegiala "¿puedo entrar?", a lo que la esposa de "don Juan Pablo" sonríe forzadamente y asiente con la cabeza mientras piensa unas cuantas barabridades que pudiera decirle si su decencia no se lo impidiera. Cuando el especímen es casado, generalmente cuenta con un esposo o cónyugue bastante celoso, que aunque la monta de ser un bacán con todo el vecindario, mira a los vecinos ante los que su adorada pareja agita la melena como quien no quiere la cosa, con la misma actitud que la esposa de "don Juan Pablo" le responde afirmativamente a la inocente pregunta de si su esposa tan querida ella, puede entrar a la casa. Tiende a ser de profesión "ama de casa", aunque nadie se explica como mantiene impecable el manicure y como el pelo planchado nunca se desordena. Cuando el especímen es de estado civil soltera, el vecindario entero ya ha perdido hace mucho la cuenta de la exorbitante cantidad de "primos" del sexo masculino con que cuenta esta exótica mujer.
El vecino gorrero: Es aquel vecino que ha tenido toda la cantidad de empleos que uno pueda llegar a imaginarse. Ha sido desde chofer de ambulancia hasta mesero de restaurante, y su situación monetaria no es la más envidiable que digamos. Es aquel que tiende a aprovecharse de la estima con mezcla de lástima que sus vecinos sienten por él y es el que se asoma cada mañana pidiendo azúcar, café, panela, arroz, leche y toda la canasta familiar que pueda caberle en un enorme mug, al que él con inocencia llama "tacita". Sin embargo, gracias a su amplia experiencia laboral, es el que conoce desde maniobras de resucitación, hasta recetas de cocina Rusa, por lo que es popular cuando de resolver dudas se trata.
La vecina solterona: Es aquella mujer que hace rato pasó los 40 y nunca se le conoció siquiera un pretendiente, o en su defecto tuvo un matrimonio que fue un completo fiasco y ahora vive sola; vive enclaustrada en su vivienda de la que rara vez sale, a menos que la ocasión lo amerite: hacer mercado, pasear al perro o insultar a los niños que juegan cerca de su casa y acaban de romperle un vidrio. Su casa es aquella en la que un juguete extraviado, puede darse por perdido para siempre, pues ni el reclamo paterno hará posible su devolución; vive en guerra constante con el mundo por su condición solitaria y odia la felicidad en cualquiera de sus facetas. Eso si, tiende a rezar mucho; en su casa se encuentra la colección completa de novenas al divino niño, san judas tadeo, el señor caido, los santos ángeles, la sangre de cristo, el man está vivo, devocionarios católicos XVIII edición, el santo rosario con los misterios luminosos incorporados, biografías de san Juan Bosco, Domingo Savio, Laura Vicuña, Santa Teresita del niño Jesús, los doce Apóstoles y hasta el papa Juan Pablo Segundo. Claro que la única que no se da cuenta de que tiene un pie en el infierno y otro en la tierra es ella y que por muchas biografías que coleccione, su alma está más cerca de parecerse a la de Judas Iscariote, que a la de sus santos adornados con velas.
Continuará...
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